¿Cuánto tiempo y dinero perdemos en reuniones? Mucho, es por eso que debemos hacerlas más productivas, empezando por preguntar si de verdad es necesaria esa reunión o si puede ser un mail. También es importante lograr que esas reuniones de 1 hora se reduzcan a reuniones de 30 minutos, por ejemplo.
Muchas veces asumimos que debe haber una reunión y un gentío, creemos que eso es “más eficiente” o da una sensación de “trabajar más”, pero la verdad es que si nos detenemos unos segundos y pensamos si debemos tener esa reunión, tal vez decidamos que no es importante.
Algunos consejos:
Define quién debe estar o quién puede leer un resumen: algunas personas simplemente no deben estar en esa reunión, algunos pueden leer la minuta y si tienen dudas, hacer preguntas. Recuerda que tener personas en reuniones cuando podrían estar haciendo algo más, le cuesta plata a la empresa. Cada hora de trabajo perdida es plata perdida (Y esto es algo que les importa a los jefes, así que puedes justificarlo así ante ellos).
Define una agenda: Tener una agenda con puntos claros y tiempos para cada uno, hará que la reunión tenga estructura y no sea una junta para “ver qué vamos a tratar”. Esto permite llevar un orden, mantener el foco y evitar, de nuevo, perder tiempo.
Pídele a alguien que tome nota de los acuerdos: Como pudiste ver en el primer punto, es importante que algunas personas reciban solo un buen resumen de la reunión, ahí deberían estar sintetizados los puntos conversados y los acuerdos logrados, en caso de tener compromisos para otras reuniones, también es importante anotar a los responsables y las fechas de entrega, así podrás hacer mejor seguimiento a esa reunión.
Respeta el tiempo de la reunión: Para ello es clave evitar que se desvíen de la agencia, trata de mantener siempre el orden y en caso de que surjan nuevos temas, evalúa si tienen tiempo para ser tratados y si son relevantes para esa reunión en la que estás o pide que se evalúe para otro momento o si hace falta una reunión para eso.
Además, es ideal que decidas cuál es el carácter de la reunión antes de todos los 4 pasos anteriores: ¿Informativa? ¿Creativa? ¿O es una reunión para tomar decisiones? Esto también te ayudará.
Recuerda que no todas las reuniones deben ser de una hora, muchas pueden ser de 10 minutos cuando son puntuales y tienes claridad en la agenda.
Tener demasiadas reuniones en un día no solo es desgastante, sino que además queda poco espacio para hacer el trabajo que va más allá de las reuniones. Salvo que tu trabajo sea ser consultor/a y estar reuniones sea, literalmente, tu trabajo.
La productividad saludable es algo que todos podemos alcanzar, siempre y cuando estemos conscientes de nuestros procesos, del trabajo que debemos hacer realmente y aprendamos a decir que no.
Robin Sharma, autor del libro El Club de las 5am, dice que hoy tenemos que luchar contra las distracciones; eso se lo escuché en un episodio de un podcast y desde que lo dijo no he dejado de pensar en esto. Apenas comienzo a leer su libro, así que espero tener una reseña pronto.
Esto lo conecto en los primeros talleres sobre Productividad Saludable que estuve dando, una de las quejas más frecuentes era la falta de tiempo debido a las reuniones (por eso escribí esto), pero también está el celular, las cosas de la casa -porque pandemia- y hasta la mosca que pasa avisando que irá a posarse sobre la taza de té.
En todos estos años, he probado muchísimos métodos de trabajo para evitar las distracciones, es por eso por lo que ahora les quiero compartir 3 de esas que sé les serán útiles. Comencemos:
Pomodoro:
Esta técnica fue creada en 1980 por Francesco Cirillo, quien hoy es consultor en productividad (metas). Consiste en usar 25 minutos para concéntrate en una sola y única tarea, descansar 5 minutos y seguir con esa tarea u otra, idealmente otra.
Hay sitios web como este que te ayudarán a potenciar esta técnica.
Comprométete y cierra todas las ventanas donde te puedan hablar, si es necesario informa a tu jefatura al respecto para que sepan que por esos 25 minutos no estarás disponible.
2. Mañana silenciosa:
No importa si vives solo, probablemente trabajas con más personas o si vives con tu pareja, seguro te habla mientras trabajas. Esta técnica es ideal para esos momentos en los que necesitas mantener la concentración por largo tiempo.
Consiste en reservar 3 horas de la mañana, que suele ser el momento donde el cerebro está mas activo, para concentrarte en una única tarea. Aquí también es importantísimo evitar las distracciones: cerrar el navegador, el WhatsApp, las redes sociales. Si es posible, deja tu celular en el cajón del escritorio.
Llega a un acuerdo con tus compañeros de trabajo, pareja o casa y establezcan 3 horas de full foco. Pon música, ideal instrumental, comienza. En esas 3 horas adelantarás mas que el resto del día, probablemente.
3. Agenda el ocio:
Sí, esto incluye por ejemplo ver las redes sociales. Lo que pasa cuando anotas en tu agenda “3:30 – 4:30 ver TikTok” es que tu cerebro ya sabe que tendrás un espacio para revisar las redes sociales, esto calmará la ansiedad que puedas sentir y te permitirá concentrarte en otras tareas. Además, una vez que dices: Ok, tengo 30 minutos para ver Tiktok (o lo que sea, en realidad), te das cuenta que ese tiempo es más que suficiente.
Haz una lista de actividades relajantes o que te distraigan, luego agéndalas durante el día para que así puedas poco a poco ir descansando y recuperando fuerzas para seguir.
Ahora bien, la productividad es un camino que lleva a hacer cosas en el tiempo indicado trabajando solo lo necesario, para ello necesitas también tener resueltas otras cosas de las que hablaré más adelante como crear sistemas que te pongan en el camino al éxito.
Cuéntame en los comentarios si tienes otras técnicas.
Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.
¡Vaya! Se ha producido un error y no hemos podido procesar tu suscripción. Por favor, recarga la página e inténtalo de nuevo.
En uno de los últimos episodios de Se Regalan Dudas hablaron con Guillermo Vega, un neuropsicólogo que habló sobre productividad enfocándose en el agotamiento en el que vivimos nuestro día a día. Esto me hizo recordar a mis primeros años de carrera y como era demasiado importante estar siempre con la agenda ocupada y el cansancio era la norma. Qué horrible ese momento de mi vida, pero qué lecciones me dio.
Además, el martes 27 de abril hice un Live con mi amiga Joss Briones desde su cuenta @mifuerzavital en Instagram y pues, lamentablemente no quedó guardado, pero ahí recordaba cómo tanto en la universidad como cuando trabajé en campañas políticas, nunca me daba el tiempo de descansar, pero mi cuerpo cuando ya se quedaba sin recursos necesitaba hacerlo, así que sencillamente caí en cama por 3 días. Podía estar trabajando en el auto, el metro, la oficina, al llegar a mi casa. Me despertaba más temprano, llegaba más temprano que nadie a la oficina y así.
La última vez que me pasó estaba acompañando a mi amiga Mariví a buscar unas cosas en Los Teques (una zona un poco lejos de Caracas), ya habíamos tenido unos días intensos de trabajo y yo tenía malestar de gripe. Luego de ese recorrido, Mariví me invitó a almorzar en un lugar espectacular donde pedí un pescado que tuve que llevarme a casa porque me sentía TAN mal que ni quería comer. Finalmente, me dejó en el San Ignacio (un centro comercial) para tomar un taxi e ir a mi casa.
Recuerdo haber llegado, decirle a mi mamá que me sentía mal, que dormiría y después no supe más de mí. Creo haber dormido unas 14 horas corridas, mi mamá no se preocupó porque sabía cómo reaccionaba. Luego de dos días durmiendo, solo me despertaba para comer algo, pero sin fuerzas.
Me tomó unos 5 años darme cuenta que aquel episodio estuvo mal, y todos los anteriores peor. El cuerpo es una máquina perfecta, pero necesita regenerarse. Para ello, no solo debe alimentarse bien y ejercitarse, tener hobbies y reírse, sino además dormir y descansar; que aunque usted no lo crea, son cosas distintas.
Aprendí a diferenciar la productividad del estrés, porque no es lo mismo. Una persona productiva sabe diferenciar entre lo urgente y lo importante, sabe darse el tiempo para el ocio, sabe cuáles son las tareas con las que el día puede considerarse como exitoso; y precisamente porque la productividad saludable es parte de su día a día, el estrés no es una constante en su vida.
Es muy importante tomarse tiempo para hacer actividades que no sean “productivas” acorde a la sociedad, pero que te dan felicidad, que te ayudan a regenerar el cuerpo; tal como lo dice este post de Pictoline que uso en mi taller. En el episodio de Se Regalan Dudas, Guillermo habla de lo importante de darle al cuerpo pequeñas satisfacciones, porque así se van regenerando. Porque necesita reponer energía, nutrientes y recargarse, además de hacer limpieza interna.
Así que mi recomendación esta semana es que selecciones 3 tareas diarias que te darán la satisfacción de un día exitoso, y además buscar 1 actividad que hagas sin culpa, sin que sea productiva y que te relaje.
Y si tienes problemas para dormir y descansar, que es algo que aprendí con Joss; es probable que seas una persona a la que le cueste tanto soltar, que finalmente entregarte al sueño es casi impensado para ti. En ese caso, te recomiendo que veas la serie de Headspace en Netflix, practiques yoga nidra o escuches este podcast que se llama Durmiendo Podcast, justo antes de dormir.
Ok, debo confesar que soy adicta a la televisión, me hipnotiza y puedo pasar horas y horas mirando cualquier programa. De hecho, en 2015 vi toda la temporada de Acapulco Shore en MTV porque era lo único que me hacía desconectarme de los días intensos de la campaña política en la que trabajé en Petare, para quienes no sepan, uno de los barrios más peligrosos y grandes de Venezuela.
Después de pasar todo el día trabajando, peleando, pensando en formas nuevas de llegarle a las personas y sorteando la crisis en el país, llegaba tipo 9:30 pm a mi casa, cenaba y me echaba en mi cama seguir con el chisme de Acapulco Shore, donde Karime -una de las participantes- tenía una frase divertidísima “hagas lo que hagas, quítate las bragas (pantaletas)”.
Tengo más suerte, porque Edu -mi novio- también es un adicto a las noticias, entonces los fines de semana después de esas transmisiones, siempre hay programas culturales, así que muchas veces yo me quedaba muy pegada a algún programa donde aprendía de Chile y su cocina. Cosa deliciosa, porque en las noches, Edu solía hacer algún plato nuevo para yo probarlo.
¿Por qué el anti – hábito?
Creo que jamás he leído en algún libro sobre productividad y hábitos «siéntate todo el sábado a ver tele», suele ser lo contrario. Es por eso que me aburre mucho la gente que critica la televisión y se cree moralmente superior al afirmar que “ellos no tienen tele en su casa”, y está bien si eso es lo que quieren y si tienen sus razones claras; pero en mi caso, los programas culturales y de realidad chilenos han sido un ancla para entender un poco más a esta sociedad.
Esta fue una de la razones por las que, cuando en 2019 hubo protestas en todo el país, en lugar de criticarlas desde mi cómoda postura, me puse en el lugar de los estudiantes que salían a reclamar por sus abuelos; porque yo ya había visto suficientes realidades duras que son las que no se ven en el centro – centro del país, o sea, las 4 o 5 comunas en donde se toman las decisiones en la Región Metropolitana.
Entonces, ¿Es bueno ver televisión? Como todo en la vida, depende.
El año pasado comenzaron a retransmitir muchas telenovelas y, en verdad, gracias a Alberto Barrera Tyszka yo creo que las novelas explican muy bien a las sociedades.
Mi hábito por muchos sábados fue ver los programas, entender a la sociedad, a las personas de las regiones, su recelo con Santiago y la Región Metropolitana en general. Después le sumé ver las novelas para analizarlas y ver a los tipos de personas que existen en la sociedad chilena, sus creencias y formas de ver al mundo. Que sí, son estereotipos en muchos casos, pero también te ayudan a entender grosso modo lo que pasa y una sociedad que para mí es completamente nueva.
Mi recomendación es que, si eres adicta/o a la TV como yo, agéndalo.
Establece horarios para ver lo que sea que quieras sin sentirte mal, sin sentir que procrastinas o sin dejar de lado otros proyectos. Cuando en tu agenda hay un horario establecido para ver ese programa que quieres ver, por más absurdo que sea, la mente se calma y la ansiedad también, porque sabes que tendrás un horario para hacerlo, y lo disfrutarás cuando corresponda.
Cuéntame: ¿Cuál es ese programa que te da vergüenza admitir que te gusta?
Las listas son grandes aliadas cuando se trata de planificar por adelantado, suelen ser tu propia base de datos para seleccionar restaurantes, comidas, combinaciones de ropa, regalos para el futuro y mucho más. Además, sirven para darle un relajo a tu mente, en especial cuando el cansancio gana y por eso, ayudan a tomar mejores decisiones.
Escribo como forma de vida. Lo que no anoto, no existe; es como si mi cabeza no registrara esa información si mi mano no ha realizado el trazo en el papel. Siempre supe que hacer listas era mi cosa, lo que no sabía era que había personas que se dedicaban a explicar y hacer de las listas un estilo de vida, así que cuando conocí a Paula Rizzo mis ojos brillaron.
Paula es una productora de televisión cuyas listas la han ayudado a ser más productiva, a ahorrar tiempo y a trabajar más eficientemente. Cuando leí su primer libro, Listfull Thinking, entendí que no estoy loca y aprendí a perfeccionar mis listas. ¡Fue mágico!
Es normal que, en general, pensemos que sirven solo para anotar los pendientes del día, o las listas de compras en el supermercado. Pero pronto nos damos cuenta de que van más allá. ¿Te acuerdas el nombre de ese restaurante que tanto te gustó? ¿Cuál era el libro que querías leer? Todas estas cosas podrías tenerlas presentes si las anotases en listas. Y sería más fácil encontrarlas cuando necesitas responder a esas preguntas.
Las aplicaciones vs los cuadernos
Si bien soy de las personas que prefiere escribir a mano antes que usar una aplicación, en el caso de las listas funcionan mejor las aplicaciones y esto es por una razón sencilla: suelen ser infinitas.
Tener una libreta para hacer listas que me salvarán en el futuro, implica una logística de escritura que no estoy dispuesta a asumir. ¿Cuántas líneas dejo para los restaurantes? ¿Cuántos libros voy a necesitar escribir? ¿Será suficientes estas páginas para anotar las recetas que quisiera hacer? No lo creo.
Cuando usas apps como las notas del celular o Trello, por ejemplo, es mucho más fácil cargar siempre con las listas, tener un back up en la nube o alimentar categorías específicas. Antes usaba Wunderlist y la eliminaron, -bueno, la compró Microsoft- fue un día lamentable porque no pude recuperar mis listas.
Pero, también les recomiendo usar plataformas como Pinterest, donde puedes crear tableros personalizados; Youtube donde puedes hacer listas de rutinas de ejercicios, recetas, videos interesantes de algún nuevo hobbie que quieras poner en práctica. Cuando el insomnio ataca, puedes tener una lista de libros en tu mesa de noche, o un playlist en Spotify que te ayude a conciliar el sueño.
Es probable que llegue navidad y no sepas qué regalar a la familia de tu novio, pero a lo largo del año seguro vas observando cosas que quisieras regalarles. Haz una lista de posibles regalos.
Pero también haz una lista de las cosas que te hacen feliz, revísala los días en que te sientas triste. Haz una lista de tus logros, y verás que son más de los que te reconoces.
Si pensabas que las listas eran solo para los pendientes y las compras, espero que al llegar hasta aquí hayas descubierto que en realidad son más útiles de lo que imaginabas.
¿Tienes alguna aplicación favorita para hacer listas? Cuéntame.
Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.
¡Vaya! Se ha producido un error y no hemos podido procesar tu suscripción. Por favor, recarga la página e inténtalo de nuevo.
La alarma suena y entonces comienza el: despertarse, mirar el celular, tener sueño, odiar todo, volver a mirar el celular, ya es tarde, pararte, ducharte rápido, lavarte los dientes, ponerte crema (si te acuerdas, si tienes tiempo), vestirte con cualquier ropa, dejar todo desordenado, comerte un pan con un café, sentarte a trabajar… sentirte cansado todo el día, pensando en “necesito cambiar, pero no sé cómo”.
Yo pasé por ahí muchas veces, pero después de leer El Poder de los Hábitos, y escuchar algunos podcasts al respecto, me di cuenta que era demasiado importante comenzar a con una rutina. Un día tomé lápiz y papel y comencé a escribir cómo sería mi rutina ideal: Despertaría, me preguntaría cómo estoy, meditaría, me lavaría la cara y los dientes, me pondría una crema hidratante; luego haría yoga, leería y escribiría, finalmente pasearía a Rucio para llegar a ducharme y luego desayunar con calma. Suena mágico e imposible, ¿No? Bueno, lo era, no te voy a mentir.
La magia de ser honesta
Una vez que definí todas estas cosas, comencé a tomarme el tiempo en mi rutina normal, o sea, la del primer párrafo. Tenía una hora disponible. Sin embargo, en mi papel, todas nuevas actividades que quería hacer me tomarían casi 2 horas. Fui honesta, no me iba a despertar a las 6:00 o las 5:00, no me gusta porque en las noches me gusta dormirme como a las 11:30 – 12:00. Así que negocié conmigo misma.
Lo primero que hice fue decir: ajá, qué es lo que sí o sí yo necesitaría en mi rutina de mañana. Sabía que meditar era algo que me centraba, hacer yoga me despertaba y era el momento que tenía que para eso, y quería pasear con Rucio, así que ahí podía escuchar podcasts o audiolibros.
Paso 1: Anota todo lo que quieres hacer, calcula el tiempo que tienes en la mañana antes de irte o conectarte a trabajar, define cuáles son las actividades REALMENTE importantes para ti.
Comenzar pasito a pasito, suave, suavecito
Evidentemente quiero un nivel Buda cuando medito y quisiera ser tan buena como mi profe de yoga, además quisiera pasear y jugar pelota con Rucio, hacerme desayunos épicos y saludables… pero si comienzo así, me voy a frustrar muchísimo porque no lo voy a lograr, entonces me voy a desanimar y tirar la toalla.
Lo que hice fue establecer un mínimo de tiempo, es decir:
10 min de meditación
10 min de yoga
20 min de caminata con Rucio
Esto me ha permitido ir aumentando el tiempo poco a poco, sé que algunos días puedo tener más minutos que otros, pero mi mínimo de satisfacción es 10 min.
Paso 2: establece un tiempo mínimo realista y aceptable para hacer esas cosas que quieres hacer en las mañanas: caminar, pintar, cantar, hacer deporte, leer, lo que sea. Busca esa cantidad de minutos en las que puedes decir: Ok, estoy feliz.
Listas, listas, listas
Creo firmemente en las listas, hago listas para todo, mi vida está ordenadas en listas… bueno, no todo… pero sí muchas cosas. Muchas personas creen que las listas son algo solo para el supermercado, pero en realidad te ayudarán a reducir el estrés. Por ejemplo, para lograr meditar comencé buscando aplicaciones que me hicieran la vida más fácil, logré dar con Headspace que además ahora tienen un documental en Netflix. Lo bueno de esta app es que, de verdad, explica muy fácil todo el proceso de meditar y lo que le pasa a tu mente.
En cuanto al yoga, hice también una lista de videos en YouTube, además tengo a mi profe y amiga Katha – que es la mejor, lo prometo – pero como no puedo hacer una hora diaria, entonces busqué videos de 10 a 15 minutos y los tengo en esa lista. Así que cuando me despierto, voy tan en automático como cuando me lavo los dientes. No pierdo tiempo decidiendo.
Tengo listas de podcasts que quiero escuchar cuando camino con Rucio, o audiolibros según el ánimo. Las listas me ayudan a pensar menos, a tomar menos decisiones.
Paso 3: Haz listas de lo que quieres hacer, tipos de ejercicios, libros que quieres leer, cosas que quieres pintar. Si te ahorras este tiempo de pensar o buscar, créeme que tendrás más tiempo para hacer lo que quieres hacer.
Tener una rutina de mañana no requiere dormirse a las 10:00 pm, despertar a las 5:00 y hacer las cosas que las personas “exitosas hacen antes de despertarse”, para nada. Lo que tienes que hacer es conocerte, entender qué cosas te hacen feliz, qué te sirve. Tal vez tu rutina es pararte, ver noticias y tomar café. Eso te centra, te da energía ¡Y es perfecto!
Mi consejo final es que no trates de hacer las rutinas de otros, porque puede que a ti no te funciones y termines frustrándote.
Los probé todos: bullet journal, lista de tareas, aplicaciones, Google Calendar, papel, planificadores; y de verdad ninguno me funcionó, pero de todos tomé algo. Sin embargo, no fue sino hasta el 2020 y su encierro que entendí que en realidad debía diseñar mi propio sistema de orden.
Pero no fue tan fácil. El año pasado compré al menos 3 planificadores distintos, me gasté no sé cuánta plata en buscar soluciones para dejar de olvidarme de horas médicas, reuniones y tareas importantes, y aún así no encontraba una solución. A muchos nos ha pasado, ¿cierto? Estamos tan ocupados con el día a día que somos incapaces de frenarnos un segundo a cuestionarnos las actividades que estamos haciendo o ni recordamos qué hicimos la semana pasada.
Si a ti te ha pasado, entonces sabe de lo que hablo.
Tengo un registro de casi todas las veces que he colapsado por exceso de trabajo o de actividades extras. En todos esos momentos he dejado de estar presente en mi vida y he vivido tan en automático, que he dejado de disfrutar momentos realmente importantes por estar siempre pensando en los pendientes y en lo que debo hacer a penas termine este cumpleaños, cena, paseo… lo que sea.
Sin embargo, el día que decidía adueñarme de mi tiempo y mi agenda de tiempo libre, nació mi #ProductividadSaludable. Pictoline esta semana sacó una infografía que habla un poco de esto, pero con otro nombre, y creo que hacia allá debemos apuntar todos.
Justo antes de escribir esto, estaba tomando siesta porque probablemente el desayuno tenía más gluten del que yo podía comer y terminé sin energía. Hace unos 5 meses, esto me hubiese generado un sentimiento horrible, una culpabilidad sin sentido, y hubiese entrado en un ciclo de “no sirvo para nada”. Hoy, en cambio, me desperté, vi la hora, me lavé los dientes, tomé agua y me senté a escribir. ¿Para qué torturarme si no tiene sentido?
Sabrosa camita
Pero ajá, ¿Cuál es ese sistema mágico? En primer lugar, no es tan mágico porque no es un aparato que empiezas a usar y todo se soluciona. En segundo lugar, no creo que todos los métodos les sirvan a todas las personas, pero sí creo que estas preguntas que me hice ayuden a muchos.
Ahora sí, cuando decidí hacerme estas preguntas, pero en serio, comenzó a fluir el sistema de organización que funciona para mí y que me ha arreglado bastante la vida. Aquí las preguntas:
¿Esto está bien como está o necesito seguir “perfeccionándolo”?
Solemos estar obsesionados con la perfección y creemos que esto es una virtud. Vamos por la vida gritando «es que yo soy perfeccionista y me exijo mucho», sin saber cuánto daño nos está haciendo esto. Y me pasaba que en el trabajo, por ejemplo, decidía cambiar una presentación de un producto (neumáticos) y esto me tomaba mucho más tiempo solo porque “no estaba perfecta”. Nadie me pedía un tipo de presentación tan exigente, yo lo hacía porque en mi cabeza, eso era lo que tenía que hacer.
De esto aprendí mucho con Ruth, en terapia. Con ella entendí que ese “perfecto” solo estaba en mi cabeza y que era poco probable cumplirlo. Así que comencé a preguntarme siempre: ¿Tengo que tomarme 2 horas para hacer esta presentación o quiero hacerlo? Si la respuesta era “quiero”, entonces me volvía a preguntar: ¿Pero por qué quiero? ¿Cuán trascendente es esto en realidad? ¿Vale la pena? En el 99% de los casos, no era necesario quedarme pegada en algo que ya sabía que estaba bien. En cambio, si la respuesta era “tengo”, entonces sabía que esto era prioridad en mi semana laboral.
Lo mismo me pasa con la comida, con la ropa, con muchas otras cosas. Entonces, mi invitación es a incluir este hábito en tu vida y preguntar siempre: ¿Esto está bien como está o necesito seguir «perfeccionándolo»? ¿Cuánto más le voy a dedicar a esto? ¿Vale la pena?
Así como está, está perfecto.
2. ¿Estoy haciendo esto porque de verdad me gusta o porque lo vi en internet?
Un día me di cuenta de que no estaba comprando comida para la Laura que soy, sino para la que quiero ser. Esto hacía que las verduras se dañaran, no cocinara nada con esa pasta miso que me salió carísimas, etc.… Así me pasó con la ropa, con rutinas de mañana, con hábitos, con planes.
Hace poco me dije que si yo quería ser la Laura que come sano y sabroso, tenía que incluirlo en mis rutinas, entendiendo que debía tomarme el tiempo para cocinar, porque las verduras no se iban a poner solas en mi plato. Así que ahora, cuando estoy armando mi semana, evalúo qué días necesitaré pedir comida y qué días tendré tiempo para cocinar. Además, como me gusta preguntarme todo, me pregunto también: ¿Por qué quiero comer sano? Parecerá loco, pero cuando anclas los hábitos a una razón real y positiva para ti, entonces es mucho más fácil adoptarlos.
Un domingo por la tarde estaba sentada en mi computadora buscando libretas planificadoras, acababa de regalar una hermosa que me gustaba, pero que no me servía. Volteé y vi todos los cuadernos que tengo en la biblioteca, así que pensé: ¿Qué necesitaría yo en un planificador?
¿Qué quiero ver y cómo quiero verlo?
Quienes me conocen saben que no soy capaz de hacer una casita dibujada porque los palitos se caerían, pero sé escribir y tengo letra bonita (¿), así que tomé mi libreta como ven en la foto de abajo, me sinceré en qué necesitaba yo para tener un planificador ideal y lo hice. Tomé herramientas de varios que ya he tenido o del bullet journal, además que mes a mes lo voy haciendo mejor.
Así que mi invitación es a dar ese paso a atrás, preguntarte qué tienes que hacer y qué debes hacer, diseñar tu propio planificador y sistema que te funcionen y dejar del lado el perfeccionismo, porque en verdad eso no es más que un algo que está en tu cabeza.
Debe estar conectado para enviar un comentario.