¿Cómo crear una rutina de mañana?

Tal vez te identificas con esto:

La alarma suena y entonces comienza el: despertarse, mirar el celular, tener sueño, odiar todo, volver a mirar el celular, ya es tarde, pararte, ducharte rápido, lavarte los dientes, ponerte crema (si te acuerdas, si tienes tiempo), vestirte con cualquier ropa, dejar todo desordenado, comerte un pan con un café, sentarte a trabajar… sentirte cansado todo el día, pensando en “necesito cambiar, pero no sé cómo”.

Yo pasé por ahí muchas veces, pero después de leer El Poder de los Hábitos, y escuchar algunos podcasts al respecto, me di cuenta que era demasiado importante comenzar a con una rutina. Un día tomé lápiz y papel y comencé a escribir cómo sería mi rutina ideal: Despertaría, me preguntaría cómo estoy, meditaría, me lavaría la cara y los dientes, me pondría una crema hidratante; luego haría yoga, leería y escribiría, finalmente pasearía a Rucio para llegar a ducharme y luego desayunar con calma. Suena mágico e imposible, ¿No? Bueno, lo era, no te voy a mentir.

La magia de ser honesta

Una vez que definí todas estas cosas, comencé a tomarme el tiempo en mi rutina normal, o sea, la del primer párrafo. Tenía una hora disponible. Sin embargo, en mi papel, todas nuevas actividades que quería hacer me tomarían casi 2 horas. Fui honesta, no me iba a despertar a las 6:00 o las 5:00, no me gusta porque en las noches me gusta dormirme como a las 11:30 – 12:00. Así que negocié conmigo misma.

Lo primero que hice fue decir: ajá, qué es lo que sí o sí yo necesitaría en mi rutina de mañana. Sabía que meditar era algo que me centraba, hacer yoga me despertaba y era el momento que tenía que para eso, y quería pasear con Rucio, así que ahí podía escuchar podcasts o audiolibros.

Paso 1: Anota todo lo que quieres hacer, calcula el tiempo que tienes en la mañana antes de irte o conectarte a trabajar, define cuáles son las actividades REALMENTE importantes para ti.

Comenzar pasito a pasito, suave, suavecito

Evidentemente quiero un nivel Buda cuando medito y quisiera ser tan buena como mi profe de yoga, además quisiera pasear y jugar pelota con Rucio, hacerme desayunos épicos y saludables… pero si comienzo así, me voy a frustrar muchísimo porque no lo voy a lograr, entonces me voy a desanimar y tirar la toalla.

Lo que hice fue establecer un mínimo de tiempo, es decir:

  • 10 min de meditación
  • 10 min de yoga
  • 20 min de caminata con Rucio

Esto me ha permitido ir aumentando el tiempo poco a poco, sé que algunos días puedo tener más minutos que otros, pero mi mínimo de satisfacción es 10 min.

Paso 2: establece un tiempo mínimo realista y aceptable para hacer esas cosas que quieres hacer en las mañanas: caminar, pintar, cantar, hacer deporte, leer, lo que sea. Busca esa cantidad de minutos en las que puedes decir: Ok, estoy feliz.

Listas, listas, listas

Creo firmemente en las listas, hago listas para todo, mi vida está ordenadas en listas… bueno, no todo… pero sí muchas cosas. Muchas personas creen que las listas son algo solo para el supermercado, pero en realidad te ayudarán a reducir el estrés. Por ejemplo, para lograr meditar comencé buscando aplicaciones que me hicieran la vida más fácil, logré dar con Headspace que además ahora tienen un documental en Netflix. Lo bueno de esta app es que, de verdad, explica muy fácil todo el proceso de meditar y lo que le pasa a tu mente.

En cuanto al yoga, hice también una lista de videos en YouTube, además tengo a mi profe y amiga Katha – que es la mejor, lo prometo – pero como no puedo hacer una hora diaria, entonces busqué videos de 10 a 15 minutos y los tengo en esa lista. Así que cuando me despierto, voy tan en automático como cuando me lavo los dientes. No pierdo tiempo decidiendo.

Tengo listas de podcasts que quiero escuchar cuando camino con Rucio, o audiolibros según el ánimo. Las listas me ayudan a pensar menos, a tomar menos decisiones.

Paso 3: Haz listas de lo que quieres hacer, tipos de ejercicios, libros que quieres leer, cosas que quieres pintar. Si te ahorras este tiempo de pensar o buscar, créeme que tendrás más tiempo para hacer lo que quieres hacer.

Tener una rutina de mañana no requiere dormirse a las 10:00 pm, despertar a las 5:00 y hacer las cosas que las personas “exitosas hacen antes de despertarse”, para nada. Lo que tienes que hacer es conocerte, entender qué cosas te hacen feliz, qué te sirve. Tal vez tu rutina es pararte, ver noticias y tomar café. Eso te centra, te da energía ¡Y es perfecto!

Mi consejo final es que no trates de hacer las rutinas de otros, porque puede que a ti no te funciones y termines frustrándote.

Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.

La imagen de este post: Photo by David Mao on Unsplash

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Diseño al servicio de la Productividad Saludable

Los probé todos: bullet journal, lista de tareas, aplicaciones, Google Calendar, papel, planificadores; y de verdad ninguno me funcionó, pero de todos tomé algo. Sin embargo, no fue sino hasta el 2020 y su encierro que entendí que en realidad debía diseñar mi propio sistema de orden.

Pero no fue tan fácil. El año pasado compré al menos 3 planificadores distintos, me gasté no sé cuánta plata en buscar soluciones para dejar de olvidarme de horas médicas, reuniones y tareas importantes, y aún así no encontraba una solución. A muchos nos ha pasado, ¿cierto? Estamos tan ocupados con el día a día que somos incapaces de frenarnos un segundo a cuestionarnos las actividades que estamos haciendo o ni recordamos qué hicimos la semana pasada.

Si a ti te ha pasado, entonces sabe de lo que hablo.

Tengo un registro de casi todas las veces que he colapsado por exceso de trabajo o de actividades extras. En todos esos momentos he dejado de estar presente en mi vida y he vivido tan en automático, que he dejado de disfrutar momentos realmente importantes por estar siempre pensando en los pendientes y en lo que debo hacer a penas termine este cumpleaños, cena, paseo… lo que sea.

Sin embargo, el día que decidía adueñarme de mi tiempo y mi agenda de tiempo libre, nació mi #ProductividadSaludable. Pictoline esta semana sacó una infografía que habla un poco de esto, pero con otro nombre, y creo que hacia allá debemos apuntar todos.

Justo antes de escribir esto, estaba tomando siesta porque probablemente el desayuno tenía más gluten del que yo podía comer y terminé sin energía. Hace unos 5 meses, esto me hubiese generado un sentimiento horrible, una culpabilidad sin sentido, y hubiese entrado en un ciclo de “no sirvo para nada”. Hoy, en cambio, me desperté, vi la hora, me lavé los dientes, tomé agua y me senté a escribir. ¿Para qué torturarme si no tiene sentido?

Pero ajá, ¿Cuál es ese sistema mágico? En primer lugar, no es tan mágico porque no es un aparato que empiezas a usar y todo se soluciona. En segundo lugar, no creo que todos los métodos les sirvan a todas las personas, pero sí creo que estas preguntas que me hice ayuden a muchos.

Ahora sí, cuando decidí hacerme estas preguntas, pero en serio, comenzó a fluir el sistema de organización que funciona para mí y que me ha arreglado bastante la vida. Aquí las preguntas:

  1. ¿Esto está bien como está o necesito seguir “perfeccionándolo”?  

Solemos estar obsesionados con la perfección y creemos que esto es una virtud. Vamos por la vida gritando «es que yo soy perfeccionista y me exijo mucho», sin saber cuánto daño nos está haciendo esto. Y me pasaba que en el trabajo, por ejemplo, decidía cambiar una presentación de un producto (neumáticos) y esto me tomaba mucho más tiempo solo porque “no estaba perfecta”. Nadie me pedía un tipo de presentación tan exigente, yo lo hacía porque en mi cabeza, eso era lo que tenía que hacer.

De esto aprendí mucho con Ruth, en terapia. Con ella entendí que ese “perfecto” solo estaba en mi cabeza y que era poco probable cumplirlo. Así que comencé a preguntarme siempre: ¿Tengo que tomarme 2 horas para hacer esta presentación o quiero hacerlo? Si la respuesta era “quiero”, entonces me volvía a preguntar: ¿Pero por qué quiero? ¿Cuán trascendente es esto en realidad? ¿Vale la pena? En el 99% de los casos, no era necesario quedarme pegada en algo que ya sabía que estaba bien. En cambio, si la respuesta era “tengo”, entonces sabía que esto era prioridad en mi semana laboral.

Lo mismo me pasa con la comida, con la ropa, con muchas otras cosas. Entonces, mi invitación es a incluir este hábito en tu vida y preguntar siempre: ¿Esto está bien como está o necesito seguir «perfeccionándolo»? ¿Cuánto más le voy a dedicar a esto? ¿Vale la pena?

2. ¿Estoy haciendo esto porque de verdad me gusta o porque lo vi en internet?

Un día me di cuenta de que no estaba comprando comida para la Laura que soy, sino para la que quiero ser. Esto hacía que las verduras se dañaran, no cocinara nada con esa pasta miso que me salió carísimas, etc.… Así me pasó con la ropa, con rutinas de mañana, con hábitos, con planes.

Hace poco me dije que si yo quería ser la Laura que come sano y sabroso, tenía que incluirlo en mis rutinas, entendiendo que debía tomarme el tiempo para cocinar, porque las verduras no se iban a poner solas en mi plato. Así que ahora, cuando estoy armando mi semana, evalúo qué días necesitaré pedir comida y qué días tendré tiempo para cocinar. Además, como me gusta preguntarme todo, me pregunto también: ¿Por qué quiero comer sano? Parecerá loco, pero cuando anclas los hábitos a una razón real y positiva para ti, entonces es mucho más fácil adoptarlos.

Es muy importante sincerarte y saber que lo que estás haciendo, lo estás haciendo porque quieres, porque va contigo. Y esto lo enlazo con los valores que mencioné en mi post anterior.

3. ¿Qué cosas necesito tener en un planificador?

Un domingo por la tarde estaba sentada en mi computadora buscando libretas planificadoras, acababa de regalar una hermosa que me gustaba, pero que no me servía. Volteé y vi todos los cuadernos que tengo en la biblioteca, así que pensé: ¿Qué necesitaría yo en un planificador?

¿Qué quiero ver y cómo quiero verlo?

Quienes me conocen saben que no soy capaz de hacer una casita dibujada porque los palitos se caerían, pero sé escribir y tengo letra bonita (¿), así que tomé mi libreta como ven en la foto de abajo, me sinceré en qué necesitaba yo para tener un planificador ideal y lo hice. Tomé herramientas de varios que ya he tenido o del bullet journal, además que mes a mes lo voy haciendo mejor.

Así que mi invitación es a dar ese paso a atrás, preguntarte qué tienes que hacer y qué debes hacer, diseñar tu propio planificador y sistema que te funcionen y dejar del lado el perfeccionismo, porque en verdad eso no es más que un algo que está en tu cabeza.

Pronto lanzaré un nuevo taller, esta vez pago, te invito a registrarte aquí en la lista de espera para el taller: Diseña tu vida para la productividad saludable.

LISTA DE ESPERA TALLER: DISEÑA TU VIDA PARA LA PRODUCTIVIDAD.

Foto principal por Glenn Carstens-Peters en Unsplash

¿Existe la productividad saludable?

Cuando el mundo se detuvo en marzo del año pasado, la frase que más escuché fue “si no lo haces ahora que tienes tiempo, entonces no quería hacerlo de verdad”.  Para ese entonces yo no sabía muy bien qué quería hacer, así que mi solución fue – como hacía antes – enfocarme en hacer muchas cosas y no hacer ninguna.

En abril estaba metida en Diarios de Cuarentena de Marcy Rangel, Wordpower de Willy McKey, un taller gratis sobre escritura de crónicas que Jorge Carrión dictado por WhatsApp; además tenía mi trabajo tiempo completo, y colaboraba con la productora Sofrito Creativo en la estrategia digital del canal de YouTube de Sumito Estévez y de un cliente que nunca se concretó, pero que dio mucho trabajo. Súmenle a esto que empecé a hacer yoga 3 veces por semana, que tengo a Edu y a Rucio, que debía dormir, comer, descansar.

En mayo comenzó el colapsó, pero ignoré un poco todo porque “yo puedo, es el momento”.

A todo eso le sumé la idea de crear un proyecto entorno al marketing gastronómico, que realmente hoy no tengo muy claro de dónde salió la idea. Dejé de tener tiempo -en medio de la pausa mundial- para disfrutar con Edu o jugar con Rucio, me llenaba de tareas en el trabajo porque sentía que no estaba rindiendo lo suficiente… Así que un día me senté a llorar en el baño, estaba muy cansada, tenía ganas de renunciar a todo y hacerme bolita. Ese día le escribí por primera vez a Ruth.

En junio comencé a verme con Ruth semanalmente, hoy es mi terapeuta y salvadora. Me prometí a mí misma tomarme el tiempo de cerrar todo y dejar de meterme en tantas cosas, porque en agosto comenzaría el diplomado el diseño de servicios y sabía que aquello implicaría dedicación, así que necesitaba poner orden… Sin embargo, sentí que había fracasado porque una y otra vez, me repetía a mí misma que era experta en hacer listas, planificar, gestionar el tiempo; porque yo sabía calcular más o menos cuánto tiempo me toma hacer algo y porque si yo no podía ni gestionar mi tiempo, entonces ¿Qué podía hacer? Nada. Sentirme fracasada.

Decidí tomarme unos días para calmarme. Renuncié a casi todo, me quedé con mi trabajo a tiempo completo y el diplomado. Y volví a mis raíces, recordé que gestionar el tiempo no quiere decir “hacer todo”, sino más bien “decir no” y establecer prioridades. Hice mis listas, reforcé mis valores, y comencé a desarrollar lo que llamo Productividad Saludable.

Así que, tomando esto en cuenta, te dejo 3 consejos para hacerte adueñarte de tu tiempo de forma saludable:

  1. Define tus valores: Sí, vamos por la vida hablando de nuestros valores, pero ¿Cuáles son? ¿Los pueden enumerar? Te aconsejo hacerlo, anotar todos los valores que sientas tienes, y después escoger los 5 más importantes. Este ejercicio lo hice con Julia Ojeda, creadora de The Braving Mix, y fue poderosísimo. Definir tus valores te va a llevar a decir “NO” cuando tengas alguna propuesta que no se alinee a lo que quieres en este momento.  
  • Sigue tu día: Uno de los consejos que suelen dar los asesores financieros es que anotes todos los gastos que haces, por más chicos que sean, y que después los analices; lo recomiendan porque es la única manera de darte cuenta de la cantidad de gastos hormigas que tienes, es decir: todo eso que te hace gastar plata sin darte cuenta, pues lo mismo pasa con el tiempo. En esta hoja encontrarás una guía para hacer un rastreo de tu tiempo, haz una copia y comienza a llenarla. Una semana tiene 168 horas, ¿De verdad no tienes tiempo? Anota no tu agenda, sino lo que terminas de hacer en verdad. Así fue como en mayo y junio registré todo lo que hacía y me di cuenta un día que en 45 minutos hice 10 cosas, ninguna al 100%.
  • Agenda tu tiempo muerto: Te prometo que esto te ayudará muchísimo porque agendar la procrastinación te permitirá saber que a las 15:50 vas a tener 10 minutos para ver Instagram, Twitter o YouTube. Agenda la hora de la serie, de salir a caminar, de comprar el café; así no sentirás que estás buscando excusas para no hacer las cosas que tienes que hacer.

Estas técnicas forman parte de mi proceso, de lo que he aprendido. Me han permitido lograr proyectos con éxito, tener tiempo para mi, para descansar. Entonces, he estado pensando en hacer un taller corto, completamente gratuito, para compartir mis técnicas para lograr una productividad saludable que me permita cuidarme, darme espacios y no colapsar. ¿Te interesa? Regístrate aquí: http://bit.ly/Productividadsaludable_taller1 (CERRADO).

Si quieres saber más técnicas para manejar tu tiempo: escríbete en mi Newsletter.

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Detectar necesidades para diseñar servicios: 10 consejos para lograr un buen Needfinding

Había estado desaparecida porque el diplomado en diseño de servicios me tenía full, lo hice en la Universidad Católica de Chile; la modalidad me gustó bastante porque mezcla clases teóricas con un proyecto que se trabaja durante los 6 meses que dura el diplomado. Nosotros terminamos el 13 de enero.

En nuestro caso, fuimos un grupo de 6 personas y decidimos trabajar con un colegio en la comuna de Peñalolén, Región Metropolitana de Santiago. Es un colegio con un índice de vulnerabilidad de 88%. No teníamos muy claro por dónde empezar, pero sí sabíamos que queríamos ayudar a que el paso a digital fuese más “suave”.

Tras la primera reunión con la directora del colegio, y después de revisar una encuesta interna que hicieron, nos dimos cuenta de que, probablemente, el problema estaba en la comunicación, así que por ahí planteamos nuestra investigación y partimos con una primera hipótesis sobre nuestro problema.

Nuestro plan de investigación contemplaba entrevistas a apoderados (padres), profesores, equipo de gestión y expertos, también incluía netnografías y observaciones. Aquí les dejo 10 cosas que aprendí de este primer proceso:

  1. Planifica, planifica, planifica: ninguna investigación saldrá bien si no está bien estructurada, debes tener listas las pautas, cronogramas, formatos para el vaciado de la información y tareas bien definidas.
  2. Define los roles: es clave saber quién hace mejor qué cosa, algunas preguntas son: ¿Quién contacta a los entrevistados? ¿Cómo lo hace? ¿Cuándo lo hace? De lo contrario, será difícil avanzar. Para esto debe haber siempre alguien a cargo de gestionar al equipo, de liderarlo.
  3. Coordinen lo más que puedan: idealmente a una entrevista deberíamos ir dos personas, siempre. Entonces para nosotros fue fundamental designar siempre al que guiaba la entrevista y al que era el backup, esa persona que preguntaría cosas que quedaban por fuera o que era capaz de identificar algunos puntos extra.
  4. Investiga un poco a tu usuario antes de ir a entrevistarlo: nosotros quisimos contactar a los padres por Facebook y todo salió mal, no habíamos entendido que estos serán padres de un colegio vulnerable, personas que desconfían del sistema, que además no son necesariamente “usuarios externos”, sino que son parte de una comunidad.
  5. Cuando entrevistes, observa más allá de lo obvio: por la pandemia, todas nuestras entrevistas fueron online, así que teníamos que mirar más allá de lo que nos decían; es decir: si pedíamos tener una entrevista por Google Meet y el entrevistado nos pedía que fuese por teléfono, ahí hay algo que debemos ver y preguntar: ¿Se entiende con la tecnología? ¿Le gusta? ¿No tiene computador?
  6. Crea sistemas: como con los hábitos, para que un proyecto funcione bien, necesita tener sistemas. Nosotros creamos un sistema de vaciado y un de seguimiento. Sin embargo, tuvimos un problema. Decidimos usar Excel para vaciar la información y no tuvimos pautas muy claras para hacerlo, entonces quien vaciaba decidía cómo lo hacía: anotaba sus impresiones, algunas frases textuales, algunos comentarios. Cuando nos tocó organizar los hallazgos, esto nos jugó en contra.
  7. Define pautas: ¿Cómo van a guardar los archivos? ¿Cómo van a vaciar la información? ¿Van a transcribir? Es ideal tener todo esto en cuenta. Yo hoy, les aseguro, que transcribir las entrevistas les servirá muchísimo cuando quieran volver a la fuente, a ese comentario que les hizo clic, a esa frase que les hizo decir «ajá».
  8. Organiza los hallazgos a medida que los vayas encontrando: ¿Cómo vas a saber si saturaste, si no ordenaste? Esta fue otra pata floja de mi equipo, nos confiamos y nos tardamos. Sí, logramos hacerlo, pero nos tomó más trabajo. Una de las mejores técnicas para hacer la organización es el Research Wall, porque funciona en su versión offline y online.
  9. Evita el sesgo y enamorarte de una hipótesis: sí, creo que esta es una de las tareas más difíciles; porque somos humanos y tenemos una historia, venimos de lugares distintos, así que esto es más difícil muchas veces; pero es necesario poder poner los juicios en pausa, analizarlo todo “desde afuera” y también “desde adentro”, estar dispuesto a aceptar que las hipótesis cambian.
  10. Devuelve la información: al finalizar tu investigación, es muy importante entender que debemos volver a cada uno de los entrevistados y explicarles los procesos. Para esto, se puede organizar una reunión donde las personas sepan cuáles han sido los principales hallazgos, pues ahí podremos volver a re-validar lo que ya sabemos.

Bono: Ten a tu contraparte informada. Aquí hay otra falla nuestra, pues no supimos entender que era necesario hablar con la contraparte siempre, enviarle correos, mantenerla muy informada; pues con ella podríamos ir validando y construyendo a medida que vamos avanzando.

Si bien este fue el primer proceso forma y con metodología de detección de necesidades (Needfinding) que hago en mi vida, la verdad es que esto ya lo había hecho antes, no solo cuando trabajaba en política, sino también desde el mundo corporativo. Esto me ha permitido poner en práctica algunas de mis habilidades aprendidas en el pasado.

Por ejemplo, de la escritura de crónicas aprendí a observar más allá de lo obvio, aprendí a preguntar, a entender cuándo seguir y cuándo detenerme; eso también me enseñó a identificar en qué momento las entrevistas debían dar un giro. Y, especialmente, me enseñó a escuchar con atención.

De organizar eventos en Japón, Tailandia, Chile y Venezuela aprendí lo importante de definir las tareas, responsables y tener tiempos para todo. Esto nos sirvió particularmente en la sesión de co-creación, pero esto va en otro post.

De trabajar con japoneses aprendí que no siempre entendemos lo mismo, pese a que usemos las mismas palabras; así que ahí la empatía ha jugado un rol muy importante, pues me ayuda a ponerme en el lugar del otro y buscar formas alternativas de explicar.

En conclusión, para trabajar en diseño de servicios se necesita tener distintos conocimientos, habilidades y capacidades que ayudarán a generar más empatía con los usuarios. Además, debemos estar conscientes que esta es una disciplina de constante aprendizaje. Pero también debemos tener en cuenta que la planificación es clave y que con un buen proceso de detección de necesidades, es decir, de #Needfinding, podemos tener una buena base para construir un mejor servicio.

¿Qué es el diseño de servicios?

Alex tiene una pequeña cadena de comida rápida con 3 sucursales en Santiago de Chile, hace tiempo contrató una agencia de publicidad porque sentía que necesitaban meter más marketing a su negocio, por ejemplo: crear una cuenta de Instagram donde “sus” trabajadores se vieran felices y sus hamburguesas perfectas.

Esta agencia promociona el marketing digital como una opción para humanizar los negocios, no les interesa lo que pasa más allá de la fotito de Instagram y los trabajadores que, en realidad, salen de una agencia de modelaje. Como parte de su estrategia, convencieron a Alex y Marcos (su gerente comercial) de hacer promociones temporales; la primera fue para el día de la hamburguesa (en tiempo pre-pandémico), donde las hamburguesas costaban 50% menos sino te las entregaban en menos de 5 min.

Los trabajadores fueron informados al respecto por Marcos a través de un correo electrónico, porque él jamás ha estado en ninguna de las cocinas. Preocupados, ellos designaron a una persona para que preguntara qué pasaría cuando tardasen más de 5 min, pues en la hora punta, en una de las sucursalen, puede haber hasta 90 personas esperando por sus pedidos; la respuesta de Marcos fue que se les descontaría del bono general de ventas al cierre del mes.

Quienes crearon esta campaña lo hicieron desde un escritorio, no sabían que la cocina era demasiado pequeña como para hacer el trabajo de forma eficiente, además el programa con el que se manejaban los pedidos fallaba constantemente, lo que ha generado problemas en algunas hamburguesas a la hora de ser entregadas. Los horarios de trabajo eran irreales porque trabajaban, sin cambiar de turnos y de pie, más de 12 horas, los sueldos son bajos y la “actitud” de Marcos y el resto de los gerentes no ayudaba a mejorar la situación.

Si bien esta era la realidad en, al menos uno de los locales, en las redes sociales reflejaban algo distinto: un personal feliz (fotos de banco de imagen, modelos de agencia), hamburguesas perfectas y la promesa de tenerlas en menos de 5 min, y una filosofía de trabajo donde los empleados son el centro. Es decir, lo que vemos es bastante distinto a lo que realmente es.

Entonces, ¿Qué es el diseño de servicios? Es una disciplina que se desprende del diseño, y se enfoca en desarrollar servicios centrados en los usuarios internos y externos, usa herramientas tomadas de varias otras disciplinas como la antropología, sociología y evidentemente, el diseño. En español, es como si un buen desempeño de recursos humanos tuviera un hijo con una buena gestión de comunicaciones.

Para hacerlo un poco más formal, según la Service Desing Network, es una disciplina donde se “utiliza un enfoque holístico y altamente colaborativo para generar valor tanto para el usuario como para el proveedor de servicios a lo largo del ciclo de vida del servicio”.

Entonces, es ponerte en los zapatos de todos, colaborar con otros y generar empatía para desarrollar servicios y procesos eficientes y efectivos para todos. No es una estrategia de marketing, ni una campaña, ni algo que ayudará a aumentar las ventas -aunque en verdad sí-; el diseño de servicios es una filosofía de la compañía, una forma de pensar.

Ahora, ¿Es fácil hacerlo? Si y solo si la empresa en pleno y trasversalmente está dispuesta a adoptar una cultura de servicio, de colaboración y de entendimiento. No importa cuántas consultoras pasen por tu empresa, ni cuántos instrumentos pongas en práctica, si no hay un compromiso de centrarse en el servicio, nada cambiará.

En resumen, como dice Fjord: cuando dos cafeterías venden lo mismo y al mismo precio, lo que hace que tú entres a una y no a otra es el diseño del servicio.

Déjame tu correo electrónico y recibe mis post cada vez que los publique. Prometo no ser spam.

Hola, soy Laura Solórzano Silva ¡Mucho gusto!

La primera vez que abrí un blog tenía, creo, 21 años. Estudiaba filosofía y llegaron los blogspot a mi país, Venezuela; era un lugar donde podía escribir cuando quisiera, lo que quisiera.

Para ese momento, pensaba que escribir era simplemente sentarse a teclear en una máquina o computadora, poner frases y pensamientos y luego publicar. Asumía que con el tiempo llegaría a escribir como esa gente que yo leía, porque “la práctica hace al maestro”.

Claro, que para ser maestro tú necesitas estudiar mucho, entender qué es escribir, cómo unir frases, cómo plasmar imágenes en palabras. Así que después de mucho leer, pasó algo que después supe era común: empecé a escribir como los otros.

Si leía a Gabo, buscaba nombres raros e intentaba encontrar historias que, según yo, eran “realismo mágico”. Si me iba a Saramago, entonces me daba la obsesión por hacer párrafos eternos; así que cuando leí a Cortázar, jugué con las palabras.

Después descubrí las crónicas y ahí me encontré. Eso era lo que yo quería, salir y observar, investigar, preguntar, anotar, tomar fotos, verificar… contar. Recuerdo cuando Willy Mckey me invitó a participar en Prodavinci, salí corriendo para llegar de primera a la reunión. Al llegar mi casa, empecé a investigar qué era una crónica, desde ese día no he dejado de aprender.

Han pasado los años y he estudiado con los mejores, he hecho crónicas que todavía recuerdo con emoción, pero cuando me vine a Chile todo se puso en pausa. Ha sido poco lo que he escrito en los últimos años, me he complicado queriendo tener la historia perfecta, me invento excusas, no encuentro el tiempo.

Cuando escribo me pongo nerviosa, creo que nada sirve, me doy con un látigo doloroso. Me cuestiono por no ser como Leila Guerriero o Martín Caparrós, me frustro porque no soy capaz de hacer buenas analogías. Pero lo importante es seguir y sentir la paz en lo que se hace.

Me gusta escribir a mano, traspasar y editar en la computadora. Me gusta hacer todo lo que dije un poco más arriba, me hace feliz. Hace poco comencé el diplomado en diseño de servicios en la Católica de Chile y descubrí que todo lo que he aprendido haciendo crónicas, sirve para hacer investigación de los usuarios y los procesos, la observación me permite entender algunas cosas que nadie ve.

Steve Jobs decía que los puntos no se unen para adelante, sino mirando hacia atrás y eso es lo que me está pasando. Comencé a estudiar #DiseñoDeServicios hace un mes y he descubierto que todo eso que aprendí haciendo crónicas, es algo que podré usar en mis procesos de entrevistas, de observación, de ser o no parte de algo para después poder describirlo.

Comienzo este camino que he llamado #DeCCSalDDS que es, básicamente, mi historia de Caracas al diseño de servicios, cómo llegué hasta aquí, qué herramientas tengo, cómo he descubierto mi pasión. Y así.

Actualización – 04.03.21

Creo en la intuición, no solo es uno de mis valores fundamentales, sino que además guía mi vida. Lo que sueño, lo que viene a mí en mis meditaciones y lo que siento, es lo que me mueve. Tal vez por eso mi camino ha sido tan «disperso», porque me muevo según lo siento… como los murciélagos.

Así que sí, sigo queriendo hacer proyectos con metodologías de diseño de servicios, pero un día sentí la necesidad de escribir sobre la productividad saludable, y también sentí que debía escuchar a las personas y ayudarlas a alcanzar esa productividad que está diseñada para dejarte tiempo para aburrirte, para descansar, para ti, para los tuyos.

Así que los blogs son un ente vivo y esto también es parte de mi camino.

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